Las playas de Formentera y sus aguas de indescriptibles colores son las protagonistas indiscutibles de la pequeña de las Pitiusas.

Pero hay mucho más por conocer en esta isla de tan sólo 82,2 km2 y 69 km. de costa. Simplemente hay que abrir bien los ojos, perderse por los caminos y aventurarse en lugares en los que no se ven tantos turistas.

Sant Ferran de Ses Roques, es una de sus joyas escondidas y, si te dejas llevar, te sorprenderá muy gratamente.

En la mitad de la isla, tiene mucho más que ofrecer de lo que puede aparentar cuando lo atraviesas en dirección a la Mola o Es Pujols: una parte de la esencia de la Formentera más hippie perdura hoy en día entre sus gentes y sus calles.

Para empezar la visita, Sant Ferran tiene una bonita iglesia cuyo santo da nombre al pueblo. Situada en una placita con palmeras es un buen punto de partida para conectar con la sencillez y tranquilidad del pueblo.

La vida social, como en la gran mayoría de ciudades y pueblos del país, gira en torno a sus bares.

La Fonda Pepe, es sin duda el local más mítico del lugar, por ser el punto de encuentro en la isla de los hippies que vinieron en los 60. Si la Fonda pudiese hablar, ¡la de historias divertidas que nos contaría!

Hoy en día, sigue siendo un comercio de referencia en el pueblo, y en su restaurante puedes disfrutar de deliciosos platos, entre ellos, la paella.

La pizzería Macondo es otro de los locales más conocidos, por sus enormes y deliciosas pizzas y otros platos típicos italianos como la lasaña.

Muy recomendables son Sa Panxa y La Trastienda con unos platos muy cuidados y cocina de calidad, con alimentos de proximidad y de temporada. ¡Visita muy recomendada!

En los meses de verano los puestos de artesanía animan la tranquilidad del pueblo cada día. Es un reclamo para los turistas, que pueden comprar aquí recuerdos muy especiales de su viaje a la isla.

Pero es cuando cae el sol cuando Sant Ferran se llena de vida, color y música. En las noches de verano el espíritu de aquellos hippies que hicieron de la isla su casa, se hace presente en el pueblo.

Vecinos y turistas disfrutan de momentos únicos, risas, bailes e historias en la plaza y los locales cercanos.

Y para terminar, un secreto. Muy cerquita está la preciosa Cala des Baster. Desconocida para los turistas, suele ser muy tranquila y es perfecta para practicar snorkel.

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Fotos: Ibiza Spotlight / Destins.cat